21/2/07

El Grito


Grito, yo también grito.

El cuadro fue pintado por un atormentado Munch que supo plasmar la angustia del hombre cuya figura deformada aparece sobre el puente con la boca abierta y tapándose los oídos para no escuchar su propio, incontenible y desesperado grito. La obra forma parte de una serie que tituló “Friso de vida” en el que agrupó obras como Melancolía, La enredadera roja o La Voz, pero que nunca llegó a tener una forma definida. Del mismo cuadro existen, además, unas 50 variantes, pues era costumbre del pintor rehacer sus obras más importantes.

El propio Munch definía así, tiempo después, lo que sintió en ese momento de inspiración, antes de pintar el cuadro: "Caminaba yo con dos amigos por la carretera, entonces se puso el sol; de repente, el cielo se volvió rojo como la sangre, me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente cansado. Lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fiordo negro azulado. Mis amigos siguieron caminando, mientras yo me quedaba atrás temblando de miedo, y sentí el grito enorme, infinito, de la naturaleza".

Munch pretendía con su pintura explorar el interior de la mente humana, fue una de las personalidades más influyentes del movimiento expresionista, sus obras representan la dolorosa soledad de la adolescencia y la vejez, el ansia de amor insatisfecho, la enfermedad, la locura, la decepción, el miedo y la angustia.

"No podemos pintar eternamente mujeres que cosen y hombres que leen: yo quiero representar seres que respiran, sienten, sufren y aman. El espectador debe tomar conciencia de lo que hay de sagrado en ellos hasta el punto que llegue a descubrirse en su presencia, como si estuviese en la iglesia". Lo que realmente pretendía, afirmó el propio pintor, era disecar almas.

El grito se ha alargado hasta nuestros días, la figura andrógina del cuadro sigue plasmando al hombre moderno, sólo que quizás no nos reconozcamos en el lienzo, tan seguros como parecemos de todo lo que hacemos.

Es curioso, al menos a mi parecer, que se refleje tanta angustia y desesperación mediante trazos ondulados, el paisaje, precioso aunque sangrante, contrasta con la figura descompuesta, es como sentir al contemplarlo un sereno estupor.

A veces pienso que el hombre del cuadro ha visto algo que nosotros no alcanzamos a comprender y esa es su reacción, quizás lo que vio fue al hombre del siglo XX, eso explicaría su gesto descompuesto, su cara de terror.

Grito, yo también grito, en silencio, pero grito.

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