16/9/08

Frente al espejo de aquel baño de hotel


Se cepilló los dientes frente al espejo de aquel baño de hotel diseñado para agradar al mayor número de gente posible, lo que significaba una decoración sencilla, dos tipos de luces a elegir y tantas cosas como crea que pueda necesitar colocadas por tamaño, justo encima del mármol a la derecha del lavabo. Babeaba, pero eso carecía de importancia dada la situación, resultar estéticamente agradable no era su prioridad en aquel momento. Apagó la luz, no tanto por el hecho de preferir no mirar a la desconocida que frente a ella imitaba sus movimientos pero con una cara de reventada que apenas le resultaba familiar, sino mas bien porque la luz de aquel foco la estaba matando, o quizás no tanto, pero si podía elegir, prefería no tener que soportarlo. Se fue desnudando, el pijama le molestaba, así que se quedó en ropa interior, lo que puede traducirse como apenas vestida con unas braguitas blancas que ya no recordaba ni donde ni cuando había comprado. Caminó con paso dudoso y casi a cámara lenta hacia la cama, una cama enorme como no la había visto antes, una cama con seis almohadas, tres para cada uno, el mundo esta hecho para ser dos y los hoteles lo sabían, un edredón nórdico que pesaba mas que ella y una especie de manta doblada a los pies, no sabia si mas por decoración que otra cosa. Encendió un cigarrillo por el simple placer de verlo prender y lo dejó en el cenicero. Apagó la luz que no dejaba de molestarla y se echó en la cama con los brazos en cruz. Miró de nuevo el techo, a rayas por la sombra que proyectaban las persianas, como quien espera un milagro sin creer en ellos y se incorporó de nuevo. Miró sus pies con sus uñas pintadas de rojo y apoyó su cabeza en sus rodillas. “Que postura mas incómoda” pensó para si. Y se levantó a por el móvil olvidado en la tapa del bater. Un paso después ya se había golpeado el dedo con la pata de la cama, y en una reacción de dolor exagerado se echó en el colchón en posición fetal y sujetándose el pie con las manos, “teatrera” dijo una voz en su cabeza. Paró en seco un par de vueltas de croqueta rebozada después, y se puso el dedo frente a la cara, estaba rojo, se pregunto si se le caería y lo dejaría olvidado en el hotel, pero ante la evidente improbabilidad de que eso ocurriera siguió con su vida como si nada.


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