26/4/08

Déjame

-Que te pires! –gritó
-Pero… –intento explicarse
-Te he dicho que te vayas!
-Pe… -insistió
-¿Estas sordo? Joder, que te pires de una puta vez –abrió la puerta con un movimiento violento y lo empujó. El no opuso resistencia, sólo era un muñeco de trapo que se dejó echar. Cerró la puerta lo mas fuerte que pudo y se apoyo en ella con la cabeza agachada. “Joder, joder, joder…” murmuraba una y otra vez “Joder, joder…” Su voz desapareció, ya sólo quedaba el movimiento de sus labios. “Joder…”
Levantó la cabeza y su mirada coincidió con la mirilla de aquella puerta blindada que ahora no sabía si le parecía un muro de piedra o una cortina de humo. Lo vio, seguía allí plantado, no hacía nada, sólo estaba allí, de pié, como si estar ahí fuera suficiente. Con la seguridad que daba el saberse invisible siguió mirándole. Cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra y suspiraba. Ella simplemente lo miraba. “Vete” murmuró. Y como si la hubiera oído levantó la mirada.
-Estas ahí? –le preguntó a la nada
No obtuvo respuesta
-Por favor –dijo casi suplicante
Odiaba sentir pena en situaciones como aquella, odiaba esa moral que la llevaba al perdón mas absurdo, odiaba pedir perdón, odiaba que le pidieran perdón, odiaba los perdones cuando iban seguidos de nada, los perdones vacíos, las segundas oportunidades que no eran mas que subguiones de la primera. Lo odiaba pero contestó.
-Dime.
Pudo oír sus manos apoyándose en la puerta, como si pudiera abrazarla.
-Perdóname.
-No tengo nada que perdonarte -guiñó los ojos con fuerza. ¿Cómo que no? Sonó una voz en su cabeza.
-Ábreme, por favor, ábrame, necesito que hablemos, te necesito
"Te necesito” y el eco de sus palabras se prolongó por todo aquel piso vacío.
- No me sirve que me necesites. Si de verdad me necesitas esto no tiene sentido. Si me necesitas no quiero que me tengas.
Nadie contestó.
-Pero es que te necesito. Sin ti me falta el aire, sin ti no soy nada, sin ti no valgo nada, por favor…
-No –dijo-. No – repitió. Vete –insistió. –Vete- otra vez
-Quieres que me vaya? –preguntó el como si no fuera suficientemente evidente.
-Si
-De verdad.
-Vete, vete, déjame, déjame en paz, no puedo mas, no ves que no puedo mas, no ves en lo que me he convertido, no me ves? Déjame, no me haces bien, déjame, déjame.
Y en su pensamiento “déjame” siguió sonando.
-Si quieres que te deje en paz lo haré.
-No me escuchas, nunca lo has hecho, no me escuchas, te estoy diciendo que me dejes, te dije que no vinieras, te dije que te fueras y ahora quiero que me dejes. Déjame.
Suspiro y se alejó de la puerta, porque sabía que el no se iría, se fue alejando de la puerta poco a poco, primero de espaldas y luego de espaldas a ella. Caminó, recorrió el pasillo, llegó a la última habitación, su habitación, entro en el baño, cerro la puerta, se metió en la bañera, corrió la cortina y se cubrió la cara. “Déjame” seguía repitiendo “déjame”
Sólo quiero desaparecer

1 comentario:

Momo dijo...

A veces es muy difícil mantener cerrada una puerta...y más difícil todavía no mirar a través de la mirilla y dejar de añorar lo que hay al otro lado.

:*